Mi frase rectora

"Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser"
William Shakespeare

miércoles, 9 de septiembre de 2015

PARANGONANDO EL PERÚ DE HOY CON “AGUA” DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS



Escribe: Mario Ramos Tacca


Al releer “Agua” de José María Arguedas, se me vino a la mente el tema de la problemática por el agua en el Perú. Debido a la ola de conflictos sociales que estos días vive el país, no se me ocurrió mejor idea que escribir una parodia de opinión sobre el problema socioambiental y económico que viene acaparando la atención de todos en el país.

  “Agua” es uno de los primeros cuentos escritos por JMA en 1933. En él, Arguedas, describe el conflicto por el agua en el que se ven enfrentados los pobladores de San Juan, T’inki y otros poblados contra los “principales” del lugar.

Don Braulio Félix, es el “principal” que posee potestad indiscutible sobre la distribución del agua a los comuneros en San Juan. Don Vilkas y don Inocencio son sus humildes lugartenientes. Pantacha, es el indio que lucha contra el atropello de este grupo de “principales”. Don Pascual y don Wallpa son amigos de Pantacha y se alían con él para hacer sentir su voz de protesta frente a la perversidad con la que actúa Braulio. Ernesto es el coprotagonista de la historia que en la parte final del cuento toma venganza sobre la muerte de Pantacha y el encarcelamiento de sus seguidores. En resumidas cuentas, esta es la historia sobre la cual gira la trama argumental del cuento.

Parangonando con los gobernantes y personajes de la política en el país, el tirano, abusivo y explotador Braulio Félix, es el reflejo de Ollanta Humala, don Vilkas representa al ministro Valdés, don Inocencio representa a Manuel Pulgar Vidal, Pantacha es Gregorio Santos, don Pascual sería el dirigente Wilfredo Saavedra y Ernesto representa a Marco Arana. San Juan es Cajamarca y T’inki es Celendín ubicado en las alturas de Cajamarca, donde se desarrolla el proyecto minero Conga.

Observando la realidad del Perú actual, esta divergencia parece no haber cambiado en nada. El meollo del conflicto, sigue siendo el agua. Y el enfrentamiento de políticos, autoridades y campesinos sigue su mismo cause.

Si a mí me tocara hacer el papel de uno de estos personajes del cuento, yo pensaría igual que Pantacha: “Agua, niño Ernesto. No hay pues agua. San Juan se va a morir porque don Braulio hace dar agua a unos y a otros los odia” y remataría diciendo: “¡Principales para robar nomás son, para reunir plata, haciendo llorar a gente grande como a criaturas! En fin, parodiar los extensos diálogos de los personajes sería motivo de otro escrito. Sin embargo, se concluye que el agua es un recurso tan vital para nuestra existencia y lo primero que se debe hacer es cuidarla y utilizarla racionalmente antes de contaminarla y agotarla en nombre del desarrollo como actualmente está ocurriendo en Celendín.
 
Agua y minería son la manzana de la discordia, lo que hace concluir que en años de explotación minera, la situación socio-económica de los pobladores de las zonas afectadas, poco o nada ha cambiado; el canon minero no ha mejorado el estatus de vida del poblador cajamarquino. Cajamarca, sigue ubicada entre las diez regiones más pobres del país con cifras alarmantes de exclusión y subdesarrollo. Los estándares y la calidad de vida  de sus habitantes son los peores del país.

Alguien dirá, pero ¿qué tipo de desarrollo puede impulsarse en Cajamarca, fuera de la minería? Creo que existen otras formas de promover economía en estos lugares: por ejemplo, fortalecer el rubro agropecuario como uno de los factores más sostenibles de su desarrollo regional, puede ser una alternativa viable.

Los gobernantes, no solo deben pensar en satisfacer obedientemente el apetito voraz de la inversión privada extranjera. Se trata de evitar que se siga cometiendo desastres ecológicos en las zonas, principalmente con el agua. Es más, si el pueblo reclama su derecho a vivir en condiciones favorables y armoniosas con su medio, es por que exige respeto de su medio ambiente. Entendamos de una buena vez, que como ser humano, el hombre es parte de la naturaleza y su convivencia sobre ella es de data ancestral.

Como andino, creo decididamente en esta compleja relación hombre-naturaleza. No comparto la idea de degradar nuestro hábitat en nombre del desarrollo económico. Cada vez, me inclino a pensar que simplemente se trata de un tema de justicia extrema, tal y conforme lo reclamaban los personajes del cuento de Arguedas.

Es tiempo de que el presidente Humala, se quite la venda de los ojos y mire de frente la realidad y gobierne el país con razones políticas y económicas sostenibles.

Todos estamos del lado de que pronto cesen los lamentables hechos ocurridos, no solo en Cajamarca, sino en Espinar, Chumbivilcas, Puno, Arequipa, Parinacochas (Ayacucho) y otros. No se trata de reprimir al pueblo a punta de bala y cárcel e imponer el poder irracional como lo hizo don Braulio en el cuento, se trata de reconocer el derecho consuetudinario del pueblo. Derecho a la convivencia digna hombre-naturaleza y a la explotación racional de sus recursos, sin poner en riesgo la integridad y la salud de los pobladores rurales del Perú profundo. El pueblo con su sabiduría ancestral, está reclamando su justo derecho a defender la vida, a desenvolverse y desarrollarse en un espacio saludable como fue práctica común desde tiempos milenarios.

Pónganse, de una vez por todas, a funcionar razonablemente esos brillantes cerebros que gobiernan el país en la actualidad. No esperemos que el pueblo convertido en Ernesto, reaccione antagónicamente y haga sangrar las venas de los “principales” que solo piensan acumular capital y capital a cualquier costo. Busquemos el bien común procurando que estas poblaciones soberanas sirvan como base para construir una sociedad justa y armoniosa. Que se garantice el aprovechamiento responsable y planificado de sus recursos naturales, así como la conservación del medio ambiente, para el bienestar de las generaciones actuales y futuras.
                 
Finalmente, creo necesario compartir el contenido de un correo electrónico que hace días leí. Se trata de una carta escrita en el año 2070. Su lectura me causa profunda preocupación y reflexión sobre lo que se viene si el líquido elemento se agota en el planeta. Considerando que agua es vida, en un futuro no muy lejano, a lo mejor, nada podamos hacer para revertir nuestra condición de especie en extinción; cuando nos preguntemos ¿qué va a ser de nosotros cuando nos demos cuenta que hemos degradado irreversiblemente el planeta?
 

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