Mi frase rectora

"Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar a ser"
William Shakespeare

domingo, 19 de agosto de 2012

“ALBORADA ANDINA” Nº 07


Tal y conforme estaba previsto para el mes de agosto, nuevamente la Revista Intercultural de Artes, Letras y Ciencias “Alborada Andina” de Ayaviri vio la luz en su edición número siete. Esta vez trayendo artículos de vital importancia escritos por prestigiosos intelectuales de la región Puno y el país. La revista de circulación macro regional, en su sección de Lingüística y Literatura rinde homenaje al consagrado escritor y poeta puneño Boris Espezúa Salmón, que el año 2009 con “Gamaliel y el Oráculo del Agua” se hiciera acreedor del más codiciado galardón de la literatura hispanoamericana en poesía: el COPÉ de Oro organizado por la Bienal de la Corporación Petrolera del Perú.

De otro lado, en su sección de Cultura Andina trae artículos sobre el Centenario de Fundación del “Club Social Ayaviri” y una amena entrevista a la cantante Emperatriz del Perú. En la sección Educación, el tema de la Interculturalidad no podía faltar, en fin, con este nuevo número “Alborada Andina” sigue la senda trazada desde sus inicios: promover cultura desde los andes altiplánicos. 

Felicitaciones al equipo editor, se recomienda su lectura.

viernes, 10 de agosto de 2012

“RECOGIENDO LAS HORAS PERDIDAS” DE VALENTÍN BUSTINZA RODRIGUEZ

Mario Ramos Tacca
“Recogiendo las Horas Perdidas” es el añorado título de un poemario que acaba de publicarse, con motivo del Centenario de Club Social “Ayaviri”. Contiene 44 poemas: 03 poemas en quechua y 41 en español cuya temática gira en torno a la vida, la muerte, el amor, la melancolía, la esperanza, el amor a la tierra y la reflexión de los pensamientos más íntimos sobre la existencia del hombre.

Valentín Víctor Bustinza Rodríguez (Ayaviri, 1953), ha tejido poéticamente un conjunto de canciones, elegías y églogas que desarrollan vivencias que vienen desde la época de su juventud hasta la adultez, tanto de su periplo por Lima como su residencia en Ayaviri. Es una muestra poco ortodoxa de la poesía actual escrita en los últimos tiempos con poemas de verso tradicional en prosa, acrósticos, caligramas y poesía quechua costumbrista.

Su visión general del mundo se basa en la expresión de un, yo interior, que habla desde la óptica andina con matices mestizos de sincretismo cultural armónico.

Desde la perspectiva lingüística, es una poesía minimalista, sin caer en lo prosaico por supuesto. Así lo reconoce el autor con honestidad cuando en el colofón dice: “Amables lectores, os pido disculpas por mis limitaciones léxicas para expresar lo que siento. No quise jugar a ser poeta, solo quise decir lo que siento; escupir una tras otra en imprecisas palabras eso que ya no podía contener por más tiempo”. Tal vez, la característica de fondo radica en la exposición de elementos sentimentales propios que manifiestan espontaneidad y coherencia rítmica en el manejo del lenguaje poético coloquial y estándar.

Dicen los lingüistas cognitivos que por muy poco atraídos que nos sintamos por la poesía, todos llevamos un poeta dentro de nosotros. El pensamiento figurado es un hecho real que impregna nuestra vida cotidiana. Querer plasmar esta conducta, tal vez sea una de las razones que motivaron la creación de este poemario.

Aunque el texto carece de un tratamiento técnico en su forma y abordaje, es en el fondo, el extraño ser que habita dentro de cada hombre el que escribe y habla en el texto, es decir, la exposición de los sentimientos y pensamientos expresados de un modo artístico es lo que salva al texto.

Los artificios literarios se pueden observar en los caligramas “Noche” y “Despertar” presentados al estilo del poeta francés Apollinaire y Carlos Oquendo de Amat, en ellos se muestran una experimentación en el manejo del verso de corte vanguardista. Asimismo, los acrósticos “Obstinación” y “Redención” presentadas son manifestaciones poéticas de tendencia provenzal en la práctica poética tradicional.

Es más, en el fondo creo saber que el poemario refleja una mirada retrospectiva hacia la propia existencia y el transcurrir de la vida que acerca la poesía hacia un pensamiento universal que pretende generalizar la cotidiana forma de pensar del hombre. Es más, las motivaciones poéticas intrínsecas del autor quieren demostrar su nostalgia de una vida plena de satisfacciones e insatisfacciones vividas. La filosofía del texto demuestra una mixtura de representaciones ideológicas de identidad andina y expresión de amor a la tierra natal.

Su estilo es sobrio, nuevo y prospectivo en el sentido en que el autor deberá ahondar con más ahínco en el estudio de la preceptiva poética. Los poemas muestran una versificación libre construida con versos de arte mayor y arte menor. Los recursos estilísticos utilizados demuestran un insipiente manejo de la metáfora, salpicado de figuras de pensamiento que vertebran el texto de principio a fin. Existen además anáforas en poemas como “Nocturno” y “Quiero”, la repetición en el poema “Ayaviri”.

Mario Ramos comentando el poemario
Como resultado de toda esta aventura poética, tenemos entre manos un poemario primigenio en el sentido cabal de las palabras. Poemario que estoy seguro coadyuvará a la superación espiritual del hombre y acercarlo más a la práctica del amor y a hacer el bien común. Asimismo, significa seguir manteniendo el lugar privilegiado que tiene la provincia de Melgar dentro de la poesía regional.

Con este trabajo, el autor se suma a la larga lista de vates ayavireños que primigeniamente fuera iniciado, en Ayaviri, por nuestro consagrado Gavino Pacheco Zegarra.

Finalmente, en nombre de Bustiza Rodríguez insto a las generaciones futuras a incursionar agresivamente en la literatura. La lectura de la poesía es muy necesaria como su cultivo constante, pues coadyuva al desarrollo de la sensibilidad humana. De este modo, recomiendo la lectura crítico-valorativa del poemario para acercarnos aún más al pensamiento poético del autor.

martes, 7 de agosto de 2012

AL ENCUENTRO CON EFRAÍN MIRANDA “EL POETA INDIO"


Crónica de Viaje

Miguel Mendoza y Mario Navarro en Yanahuara
Quien busca, encuentra” versa el dicho popular cuando se trata de infundir ideales de perseverancia extrema en las personas. Durante el último fin de semana, Arequipa recibió a un grupo de estudiantes de periodismo procedentes de distintos lugares del Sur del Perú: Miguel, Mario1 y Mario2 están entre ellos y tienen la sana pretensión de cumplir un caro anhelo de años: ir al encuentro del poeta puneño Efraín Miranda Luján.

Es domingo 5 de agosto y en la ciudad se respira un fuerte olor a fiesta de aniversario por donde se vaya. En las mentes de este trío de estudiantes se pasea oronda la idea de encontrar al más destacado ídolo de la poesía indigenista de los 50, Efraín Miranda Luján, natural de San Antonio de Putina, antigua repartición de Huancané.  

Antes de lanzarse a las calles de Yanahuara, parecen prever hasta el mínimo detalle para ejecutar el plan. Es cierto que Miguel, Mario1 y Mario2, son procedentes de Ayaviri y la gran ciudad les parece un monstruo lleno de enredadas calles. Sin embargo, no hay tiempo para pensar en ideas disuasivas y se deslizan seguros hacia la plaza principal del distrito de Yanahuara.

Mientras el sol fatiga la caminata, la posibilidad de ubicar, ver y dialogar con Efraín Miranda crece y les llena de emoción el alma. Después de unas calles más, frente a ellos se presenta una colorida plaza con arcos ornamentales de sillar, árboles y plantaciones de palmera. Preguntan, indagan, pero nadie parece conocer al personaje buscado. Entonces piensan que es necesario cambiar o mejorar las estrategias de interrogar por el paradero del poeta.

Miguel, sofocado por el inclemente calor del día, se sienta en un banco de la plaza, peina minuciosamente el lugar con su mirada, pues recuerda que alguien le había dicho que a Miranda se le podía ver muchas veces reposando en uno de esos bancos. Mario1, interroga a los serenos del lugar, Mario2 se lanza a preguntar a otros pobladores, en realidad los tres parecen cazarecompensas y no permiten que pase desapercibido detalle alguno.

Miguel, manipula el celular y contacta con Yolanda Cornejo de Ayaviri. Ella trata de orientarlo confusamente sin mucho éxito. Timbra a uno y a otro personajes: conversa, recibe respuestas negativas, en fin se desespera y no halla qué hacer. Mario1, más resuelto, recorre las delgadas calles de Yanahuara de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha, golpea preocupado una y otra puertas, pero las respuestas no son nada alentadoras, nadie conoce al “Poeta indio”.
Delicioso "queso helado" en la plaza de Yanahuara

Esta primera incursión no parece tener los resultados esperados. Deciden aplacar la sed con un par de vasos de queso helado ofrecidos en una esquina de la plaza. Vuelven y siguen las recomendaciones de Yolanda que ha dicho que la casa de Efraín Miranda queda por el costado de la Municipalidad de Yanahuara hacia la mano derecha. Suben y bajan la calle Lima, sus paralelas y perpendiculares, la San Vicente y sus pasajes, bajan por la Jerusalén, nuevamente están en la plaza sin respuesta alguna. Miguel se queja de los pies, Mario2 descansa bajo la sombra de un árbol, Mario1 mira desesperado en toda dirección como quien no acepta la derrota.

Mientras Miguel y Mario2 conversan, Mario1 a hurtadillas se lanza a ejecutar la tercera incursión. Esta vez, decide golpear puerta por puerta cada casa de la calle Lima como pensando que una de ellas es la que cobija a Miranda Luján. Cuando no parece haber solución alguna y la resignación se apodera de la razón, una luz de esperanza ilumina el camino. Bajando la calle Lima, algo derrotado, Mario1 se tropieza con la imagen de una señora que sale de su casa apoyada en un bastón de metal. La mira, su aspecto benevolente le da confianza y le pregunta que si de casualidad conocía a un profesor jubilado de nombre Efraín Miranda. La señora duda, no encuentra respuestas. Mario1 refuerza la pregunta con algunas características como que el personaje a quien busca es un escritor muy reconocido de origen puneño y que eventualmente se le ve sentado en los bancos de la plaza.

La señora parece recordar algo y asegura haber visto muchas veces a un ancianito de cabellos blancos merodeando solo por la plaza de Yanahuara. Asegura también que comúnmente lo ve perderse por el extremo derecho de la plaza y señala con su bastón hacia una esquina. Sin embargo, viendo la cara de ansiedad de Mario1, la señora pide que lo acompañe al restaurante de la calle Lima, pues es ahí donde el viejecito de cabellos blancos siempre almuerza y la dueña conoce muy bien sobre él, hasta puede darle su número telefónico. "Debe ser él", se ratifica la señora. Mario1 parece haber ubicado por fin a Efraín Miranda, era cuestión de que la dueña del restaurante corrobore los datos y les señale la dirección exacta.

Mario1 cambia su semblante y se llena de alegría al confirmar que el personaje que a diario visita ese restaurante es Efraín Miranda. No hay duda. Se reúne con Miguel y Mario2 y proceden a dar con la casa.

Son casi las tres de la tarde bajo el sofocante sol de Yanahuara. Finalmente el trío de amigos cruzan cautelosos la plaza al saber que a unos pasos más, por fin, podrán ver y conocer con satisfacción al personaje de sus vidas. En efecto, llegan a las intersecciones de las calles Zela y Oscar R, Benavides donde les han indicado. En la esquina está abierta una tienda de expendio de comidas al paso, preguntan para cerciorarse de no tocar la puerta equivocada. Nadie conoce el nombre de Efraín Miranda, pero el viejecito de cabellos blancos y solitario, siempre entra a la casa de la esquina, indica la dueña de la tienda.

La emoción embarga el corazón de estos amigos. Escrutan la casa con curiosidad. Es una infraestructura añosa de dos pisos, tiene puertas de metal y ventanas de madera con reja, asoman el oído para saber si alguien se encuentra adentro, Mario2 afirma que se oye el sonido de un televisor encendido. Tocan la puerta principal, pensando en cómo lo saludarán si abre. ¿Tendrá paciencia para que los atienda? Muchos habían dicho que no solía responder a extraños. Tal vez ésa era la razón por la cual, hace más de media hora no responde al llamado.
Miguel Mendoza en casa de Efraín Miranda en Yanahuara

Mario2 quiere trepar la pared. Miguel otea meticulosamente por la ventana intentando ver algo. Parecen oír los sonidos del corazón de Efraín, latiendo tras de la pared. Lo cierto es que se mueren por verlo en persona. No han viajado desde Ayaviri solo para apreciar por fuera la casa del poeta que los reivindica. Ahora que dicen está muy delicado de salud, es necesario visitarlo, pero nadie responde.

Al no tener respuesta alguna de Efraín, Mario2, quiere leer el poema EE  de Choza, en voz alta. Mario1 prefiere el poema EQ. Miguel sigue tocando: por momentos la puerta, la ventana, en fin, parecen un trío de fieras salvajes merodeando la casa.
Mario Navarro en casa de Efraín Miranda

Mario2 insiste y cuando Miguel y Mario1 parecen resignados a tomar solo fotos de la casa, algo se mueve dentro. Sí, se mueven las cortinas y Mario2 se emociona, llama a sus amigos para que vean la ventana. En efecto, la delgada imagen de un hombre de cabellos canos se asoma a la ventana. Desde dentro grita ¿a quién buscan? Miguel, Mario1 y Mario2, en coro le responden que a Efraín Miranda. Con su delgada voz responde que vuelvan mañana por la tarde por que en este momento se siente un poco mal de salud, soltó las telas de las cortinas y pronto desaparece la instantánea imagen que ansiosos pudieron ver  a través de los vidrios.
La casa de Efraín Miranda y Yo en Yanahuara

No sé exactamente a qué límites puede llagar la obsesión del hombre por cumplir un sueño. No sé si será acertada o no la actitud de estos fanáticos de Efraín Miranda. Tampoco sé si será posible repetir nuevamente esa incomparable experiencia de esa tarde. Qué importa si a la postre solo se consolaron con haber visto un trozo de la imagen y la voz del hombre que tanto admiran. Importa más haber estado muy cerca de hablar personalmente con este ícono de la poesía indigenista de todos tiempos. Al volver Mario1 solo pudo gritar de la calle: “Efraín somos tus paisanos de Puno que hemos venido a visitarte, hasta pronto, volveremos”.

No pudieron entregarle personalmente su saludo de homenaje. Mientras la tarde caía, rápidamente pensaron en volver al restaurante. Dialogaron con la señora detallándole lo ocurrido. Ella confirmó que Efraín está delicado de salud, tiene una diabetes que lo aqueja, pero que come muy bien. Todos los días religiosamente acude al lugar, pero hoy domingo no ha concurrido. Qué pequeño es el mundo, la dueña del restaurante es la señora Eloisa Luna, natural de Yanahuara. Cuando le comentan su procedencia, de inmediato les habla de sus familiares asentados en Puno, actualmente tiene un hermano en Ayaviri, el señor Julián Luna: sobrinos(as) en fin resultando que hasta el señor alcalde del distrito de Cupi, Ing. Claudio Vilca Luna, es sobrino. ¡Qué grata sorpresa!. Finalmente, le encargan muchos saludos y un paquete de revistas "Alborada Andina" editadas en homenaje de Efraín Miranda y la promesa de volver algún día.