Crónica de Viaje
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Miguel Mendoza y Mario Navarro en Yanahuara |
Quien busca, encuentra” versa el dicho popular cuando
se trata de infundir ideales de perseverancia extrema en las personas. Durante
el último fin de semana, Arequipa recibió
a un grupo de estudiantes de periodismo procedentes de distintos lugares del
Sur del Perú: Miguel, Mario1 y Mario2 están entre ellos y tienen la sana pretensión de cumplir un caro anhelo de años: ir al encuentro del poeta puneño
Efraín Miranda Luján.
Es
domingo 5 de agosto y en la ciudad se respira un fuerte olor a fiesta de
aniversario por donde se vaya. En las mentes de este trío de estudiantes se
pasea oronda la idea de encontrar al más destacado ídolo de la poesía
indigenista de los 50, Efraín Miranda Luján, natural de San Antonio de Putina, antigua repartición de Huancané.
Antes
de lanzarse a las calles de Yanahuara, parecen prever hasta el mínimo detalle para
ejecutar el plan. Es cierto que Miguel, Mario1 y Mario2, son procedentes de
Ayaviri y la gran ciudad les parece un monstruo lleno de enredadas calles. Sin
embargo, no hay tiempo para pensar en ideas disuasivas y se deslizan seguros
hacia la plaza principal del distrito de Yanahuara.
Mientras
el sol fatiga la caminata, la posibilidad de ubicar, ver y dialogar con Efraín
Miranda crece y les llena de emoción el alma. Después de unas calles más,
frente a ellos se presenta una colorida plaza con arcos ornamentales de sillar,
árboles y plantaciones de palmera. Preguntan, indagan, pero nadie parece conocer al
personaje buscado. Entonces piensan que es necesario cambiar o mejorar las estrategias
de interrogar por el paradero del poeta.
Miguel,
sofocado por el inclemente calor del día, se sienta en un banco de la plaza, peina minuciosamente
el lugar con su mirada, pues recuerda que alguien le había dicho que a Miranda
se le podía ver muchas veces reposando en uno de esos bancos. Mario1, interroga
a los serenos del lugar, Mario2 se lanza a preguntar a otros pobladores, en
realidad los tres parecen cazarecompensas y no permiten que pase desapercibido
detalle alguno.
Miguel,
manipula el celular y contacta con Yolanda Cornejo de Ayaviri. Ella trata de
orientarlo confusamente sin mucho éxito. Timbra a uno y a otro personajes: conversa, recibe
respuestas negativas, en fin se desespera y no halla qué hacer. Mario1, más
resuelto, recorre las delgadas calles de Yanahuara de arriba hacia abajo, de
izquierda a derecha, golpea preocupado una y otra puertas, pero las respuestas
no son nada alentadoras, nadie conoce al “Poeta indio”.
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Delicioso "queso helado" en la plaza de Yanahuara |
Esta
primera incursión no parece tener los resultados esperados. Deciden aplacar la
sed con un par de vasos de queso helado ofrecidos en una esquina de la plaza.
Vuelven y siguen las recomendaciones de Yolanda que ha dicho que la casa de
Efraín Miranda queda por el costado de la Municipalidad de Yanahuara hacia la
mano derecha. Suben y bajan la calle Lima, sus paralelas y perpendiculares, la
San Vicente y sus pasajes, bajan por la Jerusalén, nuevamente están en la plaza
sin respuesta alguna. Miguel se queja de los pies, Mario2 descansa bajo la
sombra de un árbol, Mario1 mira desesperado en toda dirección como quien no acepta
la derrota.
Mientras
Miguel y Mario2 conversan, Mario1 a hurtadillas se lanza a ejecutar la tercera
incursión. Esta vez, decide golpear puerta por puerta cada casa de la calle Lima
como pensando que una de ellas es la que cobija a Miranda Luján. Cuando no
parece haber solución alguna y la resignación se apodera de la razón, una luz
de esperanza ilumina el camino. Bajando la calle Lima, algo derrotado, Mario1 se
tropieza con la imagen de una señora que sale de su casa apoyada en un bastón de
metal. La mira, su aspecto benevolente le da confianza y le pregunta que si de
casualidad conocía a un profesor jubilado de nombre Efraín Miranda. La señora
duda, no encuentra respuestas. Mario1 refuerza la pregunta con algunas
características como que el personaje a quien busca es un escritor muy
reconocido de origen puneño y que eventualmente se le ve sentado en los bancos
de la plaza.
La
señora parece recordar algo y asegura haber visto muchas veces a un ancianito
de cabellos blancos merodeando solo por la plaza de Yanahuara. Asegura también que
comúnmente lo ve perderse por el extremo derecho de la plaza y señala con su
bastón hacia una esquina. Sin embargo, viendo la cara de ansiedad de Mario1, la
señora pide que lo acompañe al restaurante de la calle Lima, pues es ahí donde el
viejecito de cabellos blancos siempre almuerza y la dueña conoce muy bien sobre él, hasta
puede darle su número telefónico. "Debe ser él", se ratifica la señora. Mario1
parece haber ubicado por fin a Efraín Miranda, era cuestión de que la dueña del
restaurante corrobore los datos y les señale la dirección exacta.
Mario1
cambia su semblante y se llena de alegría al confirmar que el personaje que a
diario visita ese restaurante es Efraín Miranda. No hay duda. Se reúne con
Miguel y Mario2 y proceden a dar con la casa.
Son
casi las tres de la tarde bajo el sofocante sol de Yanahuara. Finalmente el
trío de amigos cruzan cautelosos la plaza al saber que a unos pasos más, por fin, podrán ver y conocer con satisfacción al personaje de sus vidas. En efecto,
llegan a las intersecciones de las calles Zela y Oscar R, Benavides donde les han indicado. En la esquina está abierta una tienda de expendio de comidas al paso,
preguntan para cerciorarse de no tocar la puerta equivocada. Nadie conoce el
nombre de Efraín Miranda, pero el viejecito de cabellos blancos y solitario,
siempre entra a la casa de la esquina, indica la dueña de la tienda.
La
emoción embarga el corazón de estos amigos. Escrutan la casa con curiosidad. Es
una infraestructura añosa de dos pisos, tiene puertas de metal y ventanas de
madera con reja, asoman el oído para saber si alguien se encuentra adentro, Mario2
afirma que se oye el sonido de un televisor encendido. Tocan la puerta principal,
pensando en cómo lo saludarán si abre. ¿Tendrá paciencia para que los atienda?
Muchos habían dicho que no solía responder a extraños. Tal vez ésa era la razón
por la cual, hace más de media hora no responde al llamado.
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Miguel Mendoza en casa de Efraín Miranda en Yanahuara |
Mario2
quiere trepar la pared. Miguel otea meticulosamente por la ventana intentando
ver algo. Parecen oír los sonidos del corazón de Efraín, latiendo tras de
la pared. Lo cierto es que se mueren por verlo en persona. No han viajado desde
Ayaviri solo para apreciar por fuera la casa del poeta que los reivindica.
Ahora que dicen está muy delicado de salud, es necesario visitarlo, pero nadie responde.
Al
no tener respuesta alguna de Efraín, Mario2, quiere leer el poema EE de Choza, en voz alta. Mario1 prefiere el
poema EQ. Miguel sigue tocando: por momentos la puerta, la ventana, en fin, parecen un trío de
fieras salvajes merodeando la casa.
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Mario Navarro en casa de Efraín Miranda |
Mario2
insiste y cuando Miguel y Mario1 parecen resignados a tomar solo fotos de la
casa, algo se mueve dentro. Sí, se mueven las cortinas y Mario2 se emociona,
llama a sus amigos para que vean la ventana. En efecto, la delgada imagen de un
hombre de cabellos canos se asoma a la ventana. Desde dentro grita ¿a quién
buscan? Miguel, Mario1 y Mario2, en coro le responden que a Efraín Miranda. Con
su delgada voz responde que vuelvan mañana por la tarde por que en este momento
se siente un poco mal de salud, soltó las telas de las cortinas y pronto
desaparece la instantánea imagen que ansiosos pudieron ver a través de los vidrios.
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La casa de Efraín Miranda y Yo en Yanahuara |
No
sé exactamente a qué límites puede llagar la obsesión del hombre por cumplir un
sueño. No sé si será acertada o no la actitud de estos fanáticos de Efraín
Miranda. Tampoco sé si será posible repetir nuevamente esa incomparable
experiencia de esa tarde. Qué importa si a la postre solo se consolaron con
haber visto un trozo de la imagen y la voz del hombre que tanto admiran.
Importa más haber estado muy cerca de hablar personalmente con este ícono de la
poesía indigenista de todos tiempos. Al volver Mario1 solo pudo gritar de la
calle: “Efraín somos tus paisanos de Puno que hemos venido a visitarte, hasta
pronto, volveremos”.
No
pudieron entregarle personalmente su saludo de homenaje. Mientras la tarde
caía, rápidamente pensaron en volver al restaurante. Dialogaron con la señora detallándole
lo ocurrido. Ella confirmó que Efraín está delicado de salud, tiene una
diabetes que lo aqueja, pero que come muy bien. Todos los días religiosamente acude
al lugar, pero hoy domingo no ha concurrido. Qué pequeño es el mundo, la dueña
del restaurante es la señora Eloisa Luna, natural de Yanahuara. Cuando le
comentan su procedencia, de inmediato les habla de sus familiares asentados en Puno,
actualmente tiene un hermano en Ayaviri, el señor Julián Luna: sobrinos(as) en
fin resultando que hasta el señor alcalde del distrito de Cupi, Ing. Claudio
Vilca Luna, es sobrino. ¡Qué grata sorpresa!. Finalmente, le encargan muchos
saludos y un paquete de revistas "Alborada Andina" editadas en homenaje de Efraín Miranda y la promesa
de volver algún día.