Mario Ramos
En un contexto
donde hasta los milenarios dioses, semidioses, Apus y hombres exhalan poesía
por los cuatro costados, es difícil hablar de la narración como práctica
oficial que caracterice la privilegiada tradición narrativa del habitante
ayavireño-melgarino. Indagando en diversas antologías literarias de nuestro
medio, Samuel Frisancho Pineda en el Álbum de Oro, antologa sucintamente
a Roberto Mendoza Aragón con “El amor de Ticacha”, Alfredo Macedo
Arguedas con “Munay y Huarma”, Augusto Siancas Delgado con “El
Postillón, El Ídolo y el Puma”, José Parada Manrique con “Yana Mollete o
El Manolete Indio”, José Beltrán Cama con “El cóndor”, Fernando
Tapia Cruz con “Manusto, El Anacoreta” y a Mercedes Bueno Morales con el
relato “Kollana”. De otro lado, Edwin Tito Quispe en sus Relatos de
la literatura oral y escrita del altiplano puneño y Percy Zaga
Bustinza en su Literatura Puneña, nos dan cuenta de lo poco que existe
en materia de narrativa corta escrita. La muestra, se resume en los trabajos de
autores como Víctor Echave Cabrera, quien con su cuento “La tragedia del
arte” se diera a conocer a postrimerías del siglo XIX. Igualmente, Juan
José Huirse Reyes, añejo escritor santarroseño que a inicios del XX aparecerá
con “¿Profesor?” cuento de temática escolar, completan la lista.
De otro lado,
Oscar Cano Torres y Feliciano Padilla, radicados temporalmente en Nuñoa, por su
condición de maestros, también publicaron algunas narraciones sueltas mezcladas
con una visión andino-melgarina fugaces.
Posteriormente,
atrapados por un largo silencio narrativo; de los melgarinos natos que hayan
hecho publicaciones serias en diarios y revistas importantes de circulación
regional y nacional y/o hayan publicado libros, no tengo expreso conocimiento
de alguno, a excepción de las voces líricas de Juana Rosa Murguía Sánchez,
Leandro Ccuno y Samuel Álvarez que han publicado sendos libros de narrativa en
diferentes momentos, en la actualidad.
Y de los
ayavireños radicados fuera, la consagrada pluma de Javier Núñez, merece una
mención muy especial, debido a que con sus libros de cuentos “Espejos de
bronce” 2005 y “Salomé y otros cuentos” 2009; no solo se dio a
conocer, sino que se ha ganado los halagadores comentarios de la exigente
crítica literaria regional y nacional.
Simultáneamente a
estos acontecimientos, el ISEP “Ayaviri” con motivo de sus Bodas de Plata, el
año 2006 convoca a la Bienal de los Primeros Juegos Florales de ese año. Allí
aparecen sorprendentemente nombres como el de Marisol Huamán (Nuñoa), talentos
estudiantiles que gustan y hacen literatura de buena factura. Este evento, en
la actualidad, puede ser considerado como un referente que cada dos años
convoca a nuevas generaciones de estudiantes que atraídos por la narrativa, la
poesía y la pintura; nos dan a entender que Melgar tiene mucho que ofrecer en
materia literaria.
De esas nuevas
generaciones de intelectuales que aparecen en Melgar a inicios del XXI, surge
estruendoso el nombre de Luís Eudes Escobar Chile. Personaje de perfil
sencillo, que presa de una sensibilidad indescriptible, emprende su caminata
por la dificultosa senda comprometida con la afición literaria; entregándonos
dos libros iniciales: un cancionero bilingüe (quechua-español) y luego, esta
propuesta narrativa en español. Sin equivocaciones, puedo afirmar que esta
parece ser una época donde soplan nuevos vientos para la consolidación de la
narrativa melgarina.
Al leer “El
misterio del sol atado” (2010) tengo la impresión de que
el autor nos arrastra hacia un mundo donde uno asiste a una intensa
sesión de cosmovisión e idiosincrasia andinas de corte intercultural. Solo el
genio Arguedas y Oscar Colchado, en su momento, nos habían deslumbrado tanto,
presentándonos en su literatura la descripción del mundo andino cargado de sus
peculiaridades y hazañas misteriosas.
En consecuencia,
la narrativa de Luís Eudes Escobar, transita por los senderos de lo Real
Maravilloso, utilizando un español andino matizado con frases quechuas y
ambientado en el espacio altiplánico de Melgar; en Ballena azul
encontramos una historia donde expone enfáticamente, lo que pareciera ser para
los maestros, una moraleja de cómo enseñar en la escuela rural poniendo en
práctica, la pertinencia cultural en los contenidos. En El mariscal,
una familia de pastores (madre, hermana e hijo) servidores de la hacienda Llawllinka;
victimas de una creencia ancestral, son devorados por el incesto, de donde
nacen dos niños desgraciados por el destino y condenados a deambular por el mundo
junto a su padre, sufriendo calamidades indeseables. La tierna e idiosincrática
narración amorosa titulada Palomas andinas, donde el audaz Royer,
parece ser el alter ego del autor; nos enseña cómo vivir en armonía con la
naturaleza y cómo a fuerza de decisión y constancia se puede conseguir los
sentimientos de la persona amada, es una expresión de la cosmovisión singular
del habitante altiplánico.
Mellizos
del destino, es la historia de
una rara coincidencia de nacimiento y muerte entre dos vidas paralelas
interpuestas por el destino, tal vez, son el mal presagio de un inminente
destino trazado por la vida. La temática de la miseria y el abandono de un
hombre desposeído y explotado, está muy bien representado en Don Amaru,
narración que nos despierta una sensibilidad profunda por los maltratos que
recibe un exservidor de hacendado, injustamente culpado por actos que nunca
cometió.
El misterio
del sol atado, es el título que
lleva este ramillete de narraciones altiplánicas, donde el autor pretende
explicar a través de una historia la misteriosa relación que probablemente
mantienen los hombres con seres procedentes de un mundo extraño,
intergaláctico. El Tawantinsuyu, es una exposición narrativa de
ideologías y utopías político-socialistas de un excombatiente que apuesta por
instaurar una sociedad igualitaria, justa y fraterna a través de la lucha
armada revolucionaria.
En Amparados
por un cadáver, ambientada en Ocuviri, usted podrá constatar la
presencia de la fortuna a través de un entramado de acontecimientos desatados
por la muerte de un anciano. Hechos fortuitos que terminan preservando la vida
del incrédulo policía y juez de la incursión terrorista de la que es objeto una
población lejana enclavada en los intersticios de la altiplanicie puneña. El
exterminador, es una historia final del texto que se contrasta con el
papel que hacen Charles Bronson en El Vengador Anónimo o el de Clint Easwood en
Harry el Sucio. El sargento Puma, personaje que retorna a su pueblo se ve presa
de un atraco delincuencial y, llevando a cabo actos de ajuste de cuentas
discretos es involucrado con el narcotráfico y capturado por la policía yanqui
y deportado a un lugar desconocido en el extranjero, desde donde añora ver a su
madre y volver a su tierra natal.
Finalmente,
termino recomendando la lectura de este texto por contener una propuesta de
historias basadas en nuestro mundo andino altiplánico. Tal vez aun no tenga la
pasta de aquellas obras consagradas de algunos escritores logrados; sin
embargo, considero que es una muestra prometedora, siempre y cuando el autor
siga cincelando con pasión y compromiso artesanales el cultivo constante de la
narrativa. Y para su mayor validación, dejo a criterio de los lectores las
apreciaciones concluyentes.
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